lunes, 8 de agosto de 2016

Crónica de Pedro. Entrando al campo de refugiados de Filippiada (2ª parte)


La mañana del primer día de estancia en Filippiada estuvo marcada, lejos de lo esperado, por la realización de diferentes reuniones en la búsqueda de acuerdos en el reparto de tareas entre algunas de las ONGs presentes en el campo, así como con los voluntarios independientes, con la finalidad de lograr un óptimo aprovechamiento de los esfuerzos.
En estas situaciones, también comienzas a ser consciente de las complejas relaciones entre las diversas estructuras y las organizaciones implicadas así como del diferente peso e influencia que tienen algunos actores en esta dinámica de la gestión y atención humanitaria.

Cuando a última hora de la mañana entramos al campo, en un rápido recorrido por el mismo, vemos las precarias instalaciones y en la zona de tiendas, identificamos las áreas, donde se agrupan las familias en función de su origen: sirio, kurdo o afgano.

Ya para esa misma tarde, nos reclaman para las necesarias tareas en el Almacén, desde donde cada día se reparten agua y comida así como donde se guardan, clasifican y preparan los productos de higiene, la ropa y demás materiales para la cobertura de las necesidades básicas fundamentales.

Para las familias con bebés de hasta un año, se preparan bolsas con alimentación especial y toca reparto. En esta primera visita por las tiendas, tenemos la ocasión de conocer y tratar a algunas de las familias. En el reparto de la última bolsa de “baby food”, Kousa y su hermana Rucheed, nos invitan a compartir cena con ellas, su madre y sus hijas.  Entre música y risas, nos cuentan que sus maridos están ahora en Alemania y Suecia y nos hablan del largo tiempo que, desde que tuvieron que abandonar el kurdistán sirio, llevan esperando el momento de reencontrarse de nuevo toda la familia.

Cae la noche en Filippiada y en la jaima nº 80 del campamento de refugiados, hay una débil luz y se habla, se baila y canta, como cantan quienes saben asumir el reto de celebrar la efímera normalidad.
Y es en situaciones como ésa cuando no puedes más que sentirte agradecido por estar ante sus ojos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario