jueves, 29 de diciembre de 2016

Anas al Basha

Como puede
llevar tanto dolor
un hombre
y pasar sin ser visto

Vladimir García Morales



Pasan las semanas, los meses y se ven muy pocos avances hacia la resolución de la situación de los refugiados en los campos griegos.
Los países de la Unión Europea han acogido a un porcentaje mínimo sobre el número comprometido de personas a las que deben dar cobijo en su territorio. España apenas llega el 5%.
Esta semana han llegado a territorio español 198 refugiados procedentes de Grecia y he reconocido a alguna familia que estaba en el campo de Filippiada.


Ahora, estos solicitantes de asilo y refugio deben esperar una media de dos años para saber si se les concede el estatuto de refugiado, y mientras tanto, entran en el sistema de acogida. Durante los primeros seis a nueve meses el sistema cubrirá su alojamiento, comidas y formación; a partir de ahí, ya con autorización de trabajo desde los seis meses, recibirán ayudas económicas para el alquiler y manutención. Y en una tercera fase, o etapa de autonomía, en la que ya podrán generar sus propios ingresos y recibirán ayudas puntuales además de mantener el asesoramiento para los trámites de documentaciones.

Unos pocos van encontrando la salida y tratarán de dar forma a su futuro y al de sus familias pero otros muchos quedan en los campos, en camino hacia una vía de escape de la guerra que tiene acorralados a tantos centenares de miles de personas.

En aquellos territorios, en las zonas de conflicto, el horror ha preñado a todas las palomas y la humanidad es un cuervo cuyo graznido despierta a los inocentes y adormece a los verdugos.

Allí, aún quedan o quedaban muestras de heroísmo como era el caso de Anas al Basha, conocido como el “Payaso de Alepo”. Anas era un trabajador social que actuaba como payaso para intentar llevar alegría a la vida de los niños atrapados en esa ciudad. Hace unas semanas, este joven de apenas 24 años, falleció durante un ataque aéreo registrado sobre el barrio de Mashhad, según informó la agencia AP.



¿Qué somos? ¿Qué podemos ser? ¿En qué podemos convertirnos?
 
Recogiendo las palabras de Gonzalo Sánchez-Terán: “que no te engañen, el horror no es inherente a un país, a un continente, ha sido manufacturado, fabricado por gente como tú y como yo, y por gente como tú y como yo debe ser deshecho. El Nuevo Mundo aún está por descubrir: es hora de ir congregando a la tripulación”.

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