martes, 26 de julio de 2016

Crónica de Isaac.



Ayer hice una publicación sobre Filipiadda que borré. Lo hice después de ser consciente de que en ella salían personas que huyen de conflictos y que son susceptibles de ser buscadas por sus gobiernos. 

Ayer, por la tarde, hablé con *******. Un afgano que viaja con su mujer y sus cinco hijos (3 niñas y 2 niños) hacia Suecia. Alli les espera otro hijo, el mayor, de 15 años. Habla un perfecto inglés y tiene un smartphone de última generación. En él pudo enseñarme, con mucha crudeza, imágenes terribles de su tierra. Las imágenes correspondían a atentados, en suelo afgano, de la última semana. Vi cosas realmente espeluznantes, mientras sostenía a la pequeña de sus hijas, una encantadora y simpática niña de tres años.

Vi a un hombre abatido con las noticias que llegan de su país. Le comenté que era normal que huyera, que yo haría lo mismo. Me pregunto porqué Europa no les quiere y le hablé de nuestros gobiernos y de la poca solidaridad que demuestran. Sentí mucha vergüenza. Le prometí que lucharíamos juntos por un mundo mejor. Que no podíamos seguir mirando hacia otro lado.

Le puse una mano en el hombro y le dije que él tenía toda su familia viva. Que la pequeña sólo tenía 3 años y que con suerte, cuando ella sea mayor, no se acordará de que vivió entre bombas, muerte y destrucción. Le hablé de Suecia y de sus ventajas como sociedad, de todas las bonanzas que allí encontrará. No quise hablarle de todo lo que le espera, de los duros trámites y del precio tan alto que tendrá que pagar para comprar su seguridad y la de su familia. Era momento, o eso entendí, de hablar de esperanza.


Acabamos viendo fotos de su hijo mayor en Suecia. Un hombrecito de 15 años que montaba en longboard por las calles de una ciudad sueca. Acabamos hablando de futuro, de su trabajo, de la familia. Acabamos sonriendo y nos despedimos. La noche había entrado en Filipiadda y yo aún tenía que regresar al pueblo. Él se quedó ahí dentro, con su familia, encarcelado contra su voluntad a la espera de una resolución que llegará más tarde que pronto.

miércoles, 20 de julio de 2016

Lo esencial. La medida de lo que das. Filippiada 2016


http://lamedidadeloquedas.blogspot.com.es/2016_07_19_archive.html

Día 5. Crónica de Ana


El quinto día llegamos al campamento y no nos dejaron pasar los policías de la garita. Como ya lo sabíamos, ahorramos tiempo y entramos por una parte de la reja que está rota. Llegamos al almacén y nos encontramos con los palets que habíamos enviado desde Pozoblanco y Asturias. Verlos allí sabiendo que ponen mil pegas para cualquier cosa, hizo que mis ojos se llenasen de lágrimas de alegría y me abrazase a la primera persona que tenía al lado. Nos pusimos como locos a deshacerlos y a colocarlos todos juntos en un cuarto, para luego empezar a repartir cosas y a dividirlas para otros campamentos donde son necesarias. Por la tarde fuimos por las tiendas a preguntar a los refugiados qué necesitaban con la intención de hacer una lista y repartirles cosas por las tiendas. Se nos quitó pronto la idea de la cabeza…
Si le das a uno, le tienes que dar a todos, lógico. Y en un día es imposible recorrer las 90 tiendas. Así que lo haremos desde el almacén cuando todo esté organizado, si es que nos da tiempo. Porque otro de los proyectos que hay a corto plazo es hacer una especie de tienda donde cada uno vaya a probarse ropa y coja la que necesite.
Esta semana van todos los refugiados a Tesalónica a empezar con los trámites para conseguir el asilo. El día anterior de irse nos piden algún zapato o ropa decente e intentas darles lo mejor.
Casi todos los días son lo mismo. Almacén, salir a respirar de ahí, más almacén, jugar con los niños cuando estás fuera y recibir cientos de besos y abrazos que te dan la vida.
El domingo fuimos a otro campo de visita. Hay una minoría, los yazidíes. Tienen una historia detrás que no voy a contar. Quien quiera que busque información en google… Lo pasamos genial jugando con los niños.
El lunes nos quedamos ordenando en el almacén todo el cargamento de Asturias porque una parte de él va a otros campos donde no tienen absolutamente nada.
Ayer preparamos unas bolsas de cosmética e higiene para las tiendas y se han vuelto locos al entregárselas. Por la noche, fuimos a cenar con la familia de Abu. La cena estaba riquísima, pero claro, ¡es que él fue chef en Siria! Todo estaba delicioso. No fuimos capaces de terminar toda la comida y nos supo mal porque somos conscientes de que hicieron un gran esfuerzo. Se unieron más vecinos a la cena y nos contaron sus historias. A cuál más cruel. La más esperanzadora fue escuchar a Abu decirnos: “cuando la guerra acabe en Siria, allí tenéis vuestra casa”. In šāʾ Allāh.

domingo, 17 de julio de 2016

Oportunidades. La medida de lo que das. Filippiada 2016

http://lamedidadeloquedas.blogspot.com.es/2016_07_14_archive.html

Días 3 y 4. Crónica de Ana


Días 3 y 4 en el campo de hadas

Ayer llegó una pareja de Motril con la que hemos encajado estupendamente. Fue un día duro físicamente. Creíamos que el camión con todo el cargamento de Pozoblanco y Asturias llegaba ayer, así que nos pusimos como locas a desalojar un hueco en el almacén para que hubiese capacidad para los 7 palets. Más de lo mismo. En el almacén un calor asfixiante y empapadas, literalmente, de tanto sudor. Cuando dejamos el hueco listo, salimos a descansar y a que nos diera el aire. Fuera había más de 40° y nos parecía fresquito. Dentro es horroroso.

Por otra parte, vinieron los bomberos de La Coruña que están en un campamento cercano para hacernos unas estanterías y poder colocar en el almacén las cosas ordenadamente. Han traído palets y listones para hacerlos, pero más de la mitad están hechos polvo, así que los clasificamos y amontonamos para devolverlos. Algunos refugiados los ayudan a hacer las estanterías. Al cuarto de juegos y material educativo nos tocan, de momento, dos. Por la tarde las llenamos de cosas ordenadamente y se va viendo orden entre tanto caos. Fue un muy buen trabajo en equipo.

Hoy me levanté con la noticia de Niza. Íbamos pensativos camino del campamento porque pensábamos que los militares estarían más controladores de lo normal y que se respiraría un ambiente enrarecido en el campo. Llegamos y no se notaba nada extraño, todo dentro de la normalidad. Al llegar al almacén encontramos que han colocado una puerta de rejas de hierro. Nos quedamos bastante tocados. No entendemos por qué no los dejan entrar a recoger todo lo que necesitan. Lo de dentro es suyo, no de ningún voluntario ni de ninguna ONG. Entre la noticia de Niza y esto, necesito estar a solas, desahogarme y coger fuerzas para continuar. Mientras me evado, una niña pasa al lado mío y se viene corriendo hacia mí a darme un abrazo. Hasta ahora ha sido el más reconfortante y el más oportuno. Otra torta sin mano... Vuelvo al almacén y, en la puerta, uno de los niños, se me acerca y me regala una pulsera. ¡¡Voy a tenerla puesta hasta que se rompa!! Ayudo a varias personas a transportar el agua a sus tiendas y decido no entrar hoy a ordenar el almacén. Ni quiero, ni puedo, por cuestión de principios. Ya me lo pensaré para otro día cuando asimile y trague.

Vamos a la zona de las mujeres embarazadas a dejar lo que necesitan y una de ellas se siente mal. La llevamos al médico que está enfrente y llaman a la ambulancia para llevarla al hospital. Está embarazada de 3 meses y aún no ha tenido una revisión ginecológica, así que nos preocupamos mucho porque no sabemos si puede ser un posible aborto. Me mandan a buscar a su marido para comunicárselo y que la acompañe al hospital. Voy a su tienda y no lo encuentro, pero otro refugiado me ayuda a buscarlo. Cuando llegamos a la ambulancia el padre decide quedarse con sus dos hijos y que vaya el hermano a acompañarla, así que me quedo con el hijo mayor mientras el padre va a buscar a la otra persona. El niño es un encanto, súper bueno. Me he enamorado de él locamente. La ambulancia se adentra en el campo para ahorrar tiempo y salir cuanto antes, así que al final vamos mi mojoncete y yo en busca del padre, pero no lo encontramos, así que se queda en casa de los vecinos. Cuando vamos hacia los coches, pasamos por una tienda, nos invitan a sentarnos y nos invitan a comer por segunda vez. Volvemos a decir que no, pero ya hemos decidido ir con ellos un día a cenar y llevarles sardinas y atún porque nos hemos enterado de que lo echan muchísimo de menos.

Volvemos a casa a comer y descansar sin saber bien si a la tarde tendré fuerzas para volver después de tantas emociones.

A la hora de volver, decido ir, pero para visitar famiilias. Visitamos a la que se quedó con el niño por la mañana y a la del niño para ver cómo está su mamá. Nos invitan a café y gracias al traductor de google sabemos que vienen de Damasco, que tienen 2 hijos en Alemania, otro en Suiza, y otro en Siria, porque no tienen más dinero para venir. Les transmitimos el deseo más sincero de que algún día se junten todos en esta Europa que me avergüenza. Ojalá lo consigan.

Y para terminar el día igual que lo empezamos, nos acostamos con la noticia del intento, o no, de golpe de estado en Turquía.

Hasta las narices de tanta mierda.

miércoles, 13 de julio de 2016

Días 1 y 2. Crónica de Ana

Días 1 y 2 en el campo de las hadas.
La primera mañana nos la tomamos de descanso, porque después de tantas horas de viaje y teniendo que coger fuerzas para afrontar 3 semanas de duro trabajo, nos recomendaron levantarnos sin despertador. Aprovechamos la mañana para hacer la compra y organizarnos. Comimos con los voluntarios y a la tarde fuimos al campo.
Cuando llegas a la puerta, es cuando eres consciente de que todo comienza. Te da un vuelco el estómago y se te forma un nudo en la garganta. Vienes creyendo que estas preparado para entrar con una sonrisa, pero la primera vez cuesta. Eso sí, a 20 metros de la entrada, cuando otra voluntaria estaba enseñándonos el campo, se nos acercó un niño y se abrazó a una compañera del grupo que acababa de llegar igual que yo. Sólo nos decía “Thanks, I love you”. Ahí te baja alguna que otra lágrima pero te sale una sonrisa enorme. Es asombrosa la gratitud de todas estas personas sin conocerte de nada y viéndote por primera vez en su vida.
Hay escuela, un lugar para las mujeres embarazadas y lactantes, almacén, zona de baños (de los portátiles de feria), y las tiendas de las familias. Durante el paseo, se ve gratitud en todas las miradas. Un señor está cantando por fuera de su tienda. Muy amablemente nos invita a sentarnos a todos en un bloque de construcción cada uno que hace las veces de silla. Su hija se levanta para cedernos el asiento. No tienen nada, pero te lo dan todo.
Hablamos con la coordinadora y nos comenta las necesidades que tienen en el campo para ver qué podemos aportar.
Por último vamos al almacén. Han llegado termos y polos flash. Dentro de cada uno metemos distinto número de polos y los clasificamos. Se reparten acorde al número de miembros de cada casa. El calor es asfixiante. Seguro que les sientan genial. Volvemos a casa, y después de más bien pocas horas de sueño, amanecemos en nuestro segundo día en Grecia.
Vamos a un hotel para asistir a una reunión donde se reparten las tareas para todo el día. Al ser los nuevos, no saben bien donde ubicarnos. A primera hora, raspo y lijo las paredes de un edificio que hay que rehabilitar para que se pueda hacer una zona de mujeres y otra de niños. Volvemos a reunirnos los 7 de nuestro grupo con la coordinadora a solas para exponerle todos los proyectos que tenemos en mente. Todos le parecen bien. Pero aquí hay que contar siempre con la autorización de los militares, así que se reúnen con el militar jefe para plantearle los posibles proyectos. Acepta en gran parte. Es una alegría saberlo. Tenía fama de ser muy recto, pero a pesar de refunfuñar un poco, acepta.
Nos vamos al lugar de las mujeres embarazadas y lactantes. Una está aprendiendo a tejer y, a pesar de no entendernos en absoluto verbalmente, mediante gestos consigo que aprenda a hacerlo. Hay una peque que es un amor y con unas marionetas de guante conseguimos que se lo pase pipa.
A mediodía decidimos ir al apartamento a comer y descansar un poco. El calor es asfixiante. Nos viene bien el descanso y la desconexión, ya que la mañana ha sido intensa.
Cuando llegamos por la tarde al campo tenemos problemas para entrar. Nos piden una tarjeta que da el ayuntamiento a los voluntarios, y que nadie tiene porque el ayuntamiento nos remite a los militares. La pescadilla que se muerde la cola. Finamente hacen razonar al militar de la garita de la entrada y permiten el paso de nuevo. La tarde la pasamos en el almacén organizando juguetes y material escolar. Hay muchas cosas por colocar y es un trabajo muy cansado. No hay ventanas ni posibilidad de hacerlas, puesto que anteriormente era un búnker. El calor allí dentro es asfixiante. Cada media hora salimos a tomar el aire un poco y a refrescarnos. No sé a cuantos grados estaríamos dentro, pero la cara y los brazos los teníamos empapados de sudor y nos caían goterones… Lo hemos organizado 3 personas y otra que vino al final para ayudarnos otro poquito. Mañana lo acabamos.


Acabamos la jornada y volvemos a casa. Mañana más y, seguro que mejor.

martes, 12 de julio de 2016

Crónicas refugiadas #opentheborders: No estás solo


Traducido de la página:
http://www.bondia.ad/societat/croniques-refugiades-openthebordersno-esteu-sols

Crónicas refugiadas #opentheborders: No estás solo


   
Escrito por:
Isidre y Bernat Escorihuela

Cuando llegamos a los campos no nos podíamos imaginar lo que nos podríamos encontrar. Nos puede decir inocentes y quizás tiene razón, es cierto, pero la realidad vivida ha superado toda la información que habíamos recogido, sobre todo a través de los canales independientes. Ya se sabe que la prensa más oficialista, normalmente, decide cómo y cuando las noticias son actualidad, y desgraciadamente esta crisis humanitaria ya hace días que ha dejado de serlo.

Grecia se ha convertido en una enorme coctelera de dramas y penurias humanas. Aquí te enteras de las historias más crudas que puedas imaginar, todo el mundo te podría contar alguna con más o menos dureza. No se trata de hacer un inventario de las miserias humanas, todo lo contrario, hay que dignificar la vida de una gente que ha huido de su casa por unas guerras crueles o por las acciones sin sentido de Estado Islámico. Hay que recordar que se han jugado la vida buscando una mejor, llena de alegría, de esperanza y sobre todo de PAU cruzando territorios peligrosos. Constantemente me pregunto, como un mantra: ¿cualquiera de nosotros no haría lo mismo?

En la mayoría de los casos los organismos internacionales pondrían el grito en el cielo por los campos en los que los tenemos recluidos en el caso de que no fueran dentro de nuestro territorio.

A Filippiadas y Katsikas hemos podido comprobar in situ la efectividad de diferentes ONG y la inefectividad de unas cuantas más. Hemos compartido horas y más horas con gente anónima e independiente venida de todo el mundo, para intentar hacer la vida un poco más fácil a estos miles de valientes (actualmente superan los 50.000) que han perpetrado, según los políticos europeos e internacionales, el grave delito de huir del miedo y de la muerte.

No puedo, no quiero, ocultar que el día del despido fue duro, doloroso y emotivo. Sólo de pensarlo me vienen recuerdos que quedan en los cajones personales de mi memoria.

La cena del Ramadán a la tienda de nuestro amigo Samer, de 22 años y estudiante de odontología, hijo del pueblo de Herat (Afganistán), es un claro ejemplo. Su madre, maestra de profesión, nos ofreció lo mejor que tenían en "casa". Una cena íntima a la luz de las linternas, acompañados por su padre y hermanos. A medio cena unos cánticos llenos de alegría nos hicieron saber que, tres tiendas más allá, una pareja de novios sirios celebraban con alegría que hace apenas un mes que se habían casado en el campo de refugiados de Filippadas, aquí en Grecia.

En este campo, más de 30 mujeres embarazadas esperan con ilusión la llegada de sus hijos, que se convertirán en niños apátridas. Son algunos de los cientos de recuerdos que nos llevamos de nuestra estancia en los campos de refugiados de las guerras de Oriente Medio. La lista de buena gente que tiene la vida retenida en Grecia es infinita. ¿Qué esperamos para darles paso?
Esta indecencia me ha ratificado que actualmente creer en la clase política nacional y la internacional me resulta como mínimo complejo, difícil y estéril. La desafección hacia los políticos de todos los colores posibles ya es un hecho.

Nos vamos, sí, nos vamos de Grecia entre llantos y dolores. Pero con la alegría y la esperanza de que nuestra sociedad aún está llena de buena gente anónima. Gente que luchan por hacer de nuestro mundo un lugar más agradable y para que las igualdades entre norte y sur dejen de estar estigmatizadas y manipuladas por una clase política que ya no me representa.
Quisiera dar las gracias más sinceras al diario BonDia por ayudarme a hacer eco de este drama humanitario que nos afecta a cada uno de nosotros. Gracias por creer en estas crónicas, que sin ninguna pretensión han querido hacerle llegar lo que hemos visto y vivido durante diez duros y maravillosos días en los campos de refugiados de Katsikas y Filippiadas, en el noroeste de Grecia.

Crónicas refugiadas #opentheborders: Días 7 y 8. Solidaridad

Traducido de la página:
http://www.bondia.ad/societat/croniques-refugiades-opentheborders-dies-7-i-8-solidaritat

DC., 06/29/2016 - 3:00

Crónicas refugiadas #opentheborders: Días 7 y 8. Solidaridad


   
Escrito por:
Isidre y Bernat Escorihuela

Un día más vuelvo a ponerme a escribir una crónica refugiada. La de hoy es quizá la que me cuesta más de ordenar mentalmente, no por la dificultad propia del hecho de la escritura (que también existe), sino porque tengo y tenemos el corazón en la cabeza. Las emociones me hierven. Hemos pasado dos días terriblemente intensos y llenos de emociones, aquí, en Filippiadas. Hemos vivido cosas que como cooperantes y especialmente como personas dudo que llegamos a olvidar nunca más en la vida. Sinceramente, cuesta tener la cabeza fría cuando tienes el corazón caliente.

Sábado, a media tarde, los militares querían demostrarnos quién manda en el campo (es una táctica habitual suya con los cooperantes) y decidieron llegarse al almacén donde estábamos trabajando, que es propiedad del ejército, como todo el campo y hacernos fuera y cerrarlo. ¿El motivo? Nos culpaban de haberlos robado ropa, aplicando la teoría de que el propietario del contenedor es el propietario del contenido. Nos dijeron que habíamos trasladado unas bolsas de tela del almacén del campo a un almacén B. Pero, estad atentos! La ropa supuestamente robada viene de las donaciones solidarias mundiales y en algún momento los mismos cooperantes la entramos primero en el campo y después en el almacén. Por la misma logística de funcionamiento nuestro, la trasladamos al almacén B para poder organizar bien, en bolsas, y entregarla a los refugiados. Ok, no problem my friend, nos vamos. Nosotros no podemos ni queremos oponer resistencia, por el bien de los refugiados principalmente.
La noticia corrió como la pólvora entre la comunidad. Los niños, cuando quieren, son terriblemente rápidos y efectivos y nuestros pequeños son muy espabilados; distribuyeron la noticia tan rápido como las aguas del río que atraviesa el campo. ¿Lo recordáis ?, el río que les da vida y alegría en este almacén de personas que es Filippiadas.

El hecho es que los refugiados se rebotaron pacíficamente contra esta decisión marcial e impidieron que fuéramos. Primero dándose las manos y haciendo una cadena humana para que no nos pudiéramos mover, gritando y pidiéndonos "please, please, no os vayáis, nosotros le ayudaremos". Seguidamente nos bloquearon los coches y finalmente nos acompañaron en una más que pacífica manifestación hasta la puerta del campo, donde el alto mando no entendía nada de lo que veía (debía olvidar que muchos de ellos fueron partícipes de las manifestaciones de la primavera árabe en Siria y que ahora se añadían a sus hijos).

Llegados a este punto, los representantes de la comunidad de los refugiados y nuestros propios mantuvieron una reunión en la puerta de entrada y la presión refugiada fue tal que no les quedó más remedio que acceder a no hacernos fuera. La alegría ya os la podéis imaginar. La unión del pueblo hace la fuerza, y es necesario que no nos olvidemos nunca. Fue una gran victoria, llena de solidaridad devuelta a los voluntarios y todos los que les ayudéis desde la distancia. La intensidad del momento fue tan mágica como la vida misma.

Vivir aquí es como ir paseando por los dientes de una sierra. Tanto en la cima de todo como volvemos a bajar a una velocidad desorbitada, y las remontadas son duras, sobre todo cuando te despides de familias que, cansadas de esperar, deciden, con la complicidad de la noche y de las mafias, atravesar la frontera e ir en dirección al norte, en busca de la Europa libre. La mayoría de ellos acaban deportados a Turquía, tal como la UE y el Estado turco pactaron (dinerito a cambio de personas), y se cierra de esta forma la posibilidad de que consigan el estatus de refugiados de guerra, que de momento no tienen. Deseamos de todo corazón que la familia (padre, madre y tres hijos) de valientes que hoy nos han dicho adiós logren el sueño y el derecho de vivir en paz.

Crónicas refugiadas #opentheborders: Días 5 y 6: 'Another day in paradise'

Traducido de la página:
http://www.bondia.ad/societat/croniques-refugiades-opentheborders-dies-5-i-6-another-day-paradise

DL., 06/27/2016 - 3:35

Crónicas refugiadas #opentheborders: Días 5 y 6: 'Another day in paradise'

   

Escrito por:
Isidro y Bernat Escorihuela

De Katsikas a Filippiadas nos separan 58 kilómetros por una bonita carretera de montaña en dirección hacia el sur-oeste de Grecia. Nos lo tomamos con calma, nosotros no tenemos prisa, no como los valientes griegos y su conducción a la griega, es decir a la brava.

Nos encontramos con dos nuevos cooperantes en el pueblo de Filippiadas. Es necesario que nos lo tomemos con calma; aquí quien manda es la autoridad y en este caso es el ejército griego, poca broma, y ​​ya vemos que su tarea de vigilancia del campo se la toman en serio. Resulta que los dos formularios que enviamos desde Andorra no les han hecho ni frío ni calor y toca volver a empezar. Después de toda la burocracia necesaria conseguimos los preciados pases, que nos dejarán mover con "libertad" por el campo.

Nos recibe un campo inaugurado el mes de marzo y con capacidad para 600 refugiados; actualmente la ocupan 450 residentes (sirios, afganos, pocos iraquíes y una familia palestina). Como Katsikas, los refugiados pueden moverse libremente, es decir entrar y salir sin ningún problema. Ahora bien, por orden militar no pueden entrar en el espacio destinado a los voluntarios (propiedad de los militares).
La vida en este campo está muy controlada tanto a los refugiados como los cooperantes. Utilizando un símil futbolístico, los militares utilizan la antigua táctica de los equipos mediocres tirando a malos de marcaje al hombre. Aquí, menos respirar todo debe tener la autorización de la máxima autoridad. ¿Motivo?

El almacén que utilizamos y que hace las funciones obvias de un almacén y de meeting point es un caos total y absoluto. La razón es sencilla: hasta hace dos semanas sólo había cuatro voluntarios para ayudar a cubrir las necesidades básicas de las familias. El motivo, os preguntaréis: pues que nuestros queridos defensores de la patria griega ponían mil trabas para entrar a cooperar en el campo y quieren tener el control absoluto del almacén hasta tal punto que, como ellos son los propietarios de la nave, no dejan instalar algo tan básico como estanterías, ni siquiera podían ni podemos utilizar los palillos para reciclarlos y hacer mesas de trabajo.

Pero el asunto es tan dantesco que una mini-ONG alemana, que llevan un simple proyecto de servir té a los refugiados cada tarde (por acabarlo de arreglar, estamos en Ramadán), los pidieron un espacio, a los militares, dentro del almacén. Accedieron pero con la condición de que hicieran instalar unas puertas metálicas con llave. Una vez que la demanda fue cubierta, la máxima autoridad les dio el visto bueno para iniciar su proyecto pero con la condición de que las nuevas puertas estuvieran siempre abiertas. En fin, así vamos subsistiendo.

El campo, de momento, no tiene agua potable. Esto significa que cada mañana debemos cubrir el servicio de donación de agua potable a las 109 tiendas que acogen las 450 almas de Filippiadas. Toca una botella de 1,5 litros por cabeza para pasar el día, pero intentamos darles en un poco más. Normalmente son los niños los que se encargan de la tarea de venir a buscar las botellas de agua para toda la familia. Siempre hay un grupo de voluntarios listos para ayudarles a llevar el agua hasta su jaima. Hay que decir que el gasto del agua corre a cargo del ejército griego.

Pero el campo tiene un río, con rápidos y charcas de agua tranquila y fresca que es la alegría de pequeños y grandes. Niños, hombres, mujeres (vestidas), todos nos bañamos mientras compartimos este momento de ocio. A nosotros nos desestresa y a ellos les libera. Una vez más nos queda claro que la convivencia entre sur y norte no debe ser ningún problema, un río nos enseña cada día. Al grito alegre y risueño de yala ( "vamos" en árabe), nos bañamos y bajamos por los rápidos todos juntos: sirios, andorranos, afganos, españoles, iraquíes, irlandeses, eslovacos ... Los pequeños nos reclaman a sus charcas para jugar con ellos y salpicarnos con el agua helada. Labios morados y temblores llenos de alegría. Todos somos uno, todos somos personas humanas, no hay que olvidarlo. Another day in paradise.

Crónicas refugiadas #opentheborders. Día 4. 'My friend'

Traducido de:
http://www.bondia.ad/societat/croniques-refugiades-opentheborders-dia-4-my-friend

Crónicas refugiadas #opentheborders. Día 4. 'My friend'

 



Escrito por:
Isiidre y Bernat Escorihuela / Ilustración: Kawa

My friend, este es nuestro nombre para cualquiera de los residentes del campo de Katsikas. Niños, adolescentes, adultos ... para ellos nosotros somos "su amigo". Es fácil entender que no recuerden nuestro nombre. Aquí debemos ser unos 30 voluntarios, algunos de larga estancia y la mayoría de una a tres semanas. Algunos venimos con ONG pequeñitas y otros son independientes. Las ONG oficiales comen aparte (Acnur, Oxfam, Médicos del Mundo, Médicos sin Fronteras, Unicef, Cruz Roja ...), algunas de las cuales con carpas instaladas en el campo pero "cerradas por vacaciones" por decirlo de una manera sencilla.

Los voluntarios independientes o de las pequeñas ONG, como las españolas olvidados, Pangea, AIRE y la británica Light House, funcionamos a partir de la reunión diaria que se hace en el meeting point del campo, a las 10.30 horas de cada uno de las mañanas de la vida del campo. Aquí se habla del funcionamiento del día anterior y se intentan arreglar los errores y distribuir las tareas diarias del campo. Todo en un tono asambleario y adjudicando hacernos los diferentes trabajos de manera voluntaria.

De tareas hay muchas y diversas, algunas de fijas a realizar cada día y otras que surgen a partir del buen funcionamiento del día a día: organizar el almacén, el Baby Food (repartir las papillas a los bebés , tienda a tienda), la distribución de la ropa en la "tienda" del almacén, repartir la cena a las más de 900 personas del campo y todo un largo etcétera. Aparte están las actividades culturales y de ocio para los niños y de las diferentes escuelas, que se autogestionan mediante maestros nativos de las mismas etnias que conviven en Katsikas.

Servir la cena ha sido una de las experiencias más impresionantes que hemos podido tener dentro del campo y me atrevería a decir de nuestras vidas. Cuatro de los doce voluntarios que formamos este servicio, debidamente organizados, ayudamos a las familias a mantener el orden y que las colas funcionen a la perfección dentro de un orden que a priori parece caótico pero que funciona a un ritmo clavado y constante. ¿Y los otros ocho voluntarios? Pues muy fácil: son los encargados, haciendo una cadena humana, rellenar, atención, medio vaso de verdura fresca con dos o tres dátiles más un huevo duro (día sí día no) y repartir un pan de tipo árabe para acompañar el comida en cada una de las personas que nos solicitan la cena, hoy en concreto 900 personas.

La cantidad de residentes varía en función de la calidad del catering de los militares, que el día de la crónica daba pena, y este es el motivo por el que la mayoría de los habitantes del campo vinieron a nuestra cena. Muy poco, pensaréis, y es cierto, pero hay que recordar que lo hacemos pequeñísimas ONG con un presupuesto más limitado, comparado con lo que deben tener los monstruos oficiales, que no vemos en este momento clave de la jornada. Una vez más un nuevo puñetazo (ya no recuerdo cuál fue el primero) a la cruda realidad de la vida de esta gente que tan sólo buscaba mejorar su dignidad como seres humanos.

Hoy a las nueve de la mañana, como cada lunes, miércoles y viernes, un refugiado, ex, de la ciudad de Damasco nos da 45 minutos de clase de árabe para facilitar la vida de todos en el campo. Esto es sencillamente cooperación y socializar, una cuestión de convivencia. Que fácil resulta la convivencia entre norte y sur. En nuestro profe / periodista le diremos Hamed (nombre no oficial). Este periodista escribía sus crónicas antirégimen de Al Asad, en las redes sociales, hasta el día que el dictador decidió que era el momento de tapar la boca haciéndole pasar un periplo por diferentes cárceles del país. Ahora tres días aislado, ahora compartiendo una miserable celda con siete prisioneros más, en las más indignas condiciones humanas, de tal manera que no se podían ni estirar en el suelo para dormir. Así durante un año, hasta que pudieron sobornar el sistema penitenciario y liberarse de esta vulneración de los derechos más elementales de cualquier ser humano. Huyó de esta Siria sin piedad e inició toda la ruta de la muerte (como la llaman los mismos refugiados) para poder llegar a nuestra querida Unión Europa. Recuerde, premio Nobel de la Paz, ¿verdad?

Mañana nos vamos a llevar campo de Filippiades. Decimos adiós con el corazón encogido a los más de 900 valientes que decidieron jugarse la vida en espera de encontrar un futuro lleno de esperanza dentro de esta falsa Europa. Permítasenos, hoy, ser más extensos. Nuestro despedida del campo ha sido visitar la tienda del artista kurdosirià Kawa. Él y su familia (mujer e hijos) decidieron realizar todo el periplo hasta llegar a Grecia. Viendo sus dibujos, creo que no hacen falta más explicaciones. Tan sólo un apunte: el Gobierno turco los retuvo (a él y a 2.000 refugiados más) durante quince días en una cancha de baloncesto. ¿Son necesarios más comentarios?

Crónicas refugiadas #OPENTHEBORDERS: Días 2 y 3. Katsikas Campo

Traducido de:
http://www.bondia.ad/societat/croniques-refugiades-opentheborders-dies-2-i-3-katsikas-camp

DC., 06/22/2016 - 3:35

Crónicas refugiadas #OPENTHEBORDERS: Días 2 y 3. Katsikas Campo

   

Escrito por:
Isidre y Bernat Escorihuela
Nos disculparéis, os hacemos llegar nuestra segunda crónica refugiada con retraso. Finalmente estamos en el campo de Katsikas, en el noroeste de Grecia.

Estamos en el día que empieza el verano, 21 de junio, al mediodía. Tan sólo 45 grados al sol nos recuerdan que la canícula está como pez en el agua y nos quema mucho, nosotros y los refugiados, que intentan refugiarse de todo, incluso del sol que nos da la vida. Escondidos dentro de sus tiendas esperan pacientemente que el sol se esconda para comenzar a activarse.

Como normalmente se dice, los niños son niños en todo y los de aquí no son una excepción; juegan y corren bajo el sol, se refrescan gracias a dos de los grifos de agua potable que hay en el duro campo de Katsikas y de paso rocían los calurosos soldados que vigilan la entrada del campo y que, todo hay que decirlo , se dejan hacer riendo con los niños.

El campo está dividido por nacionalidades: sirios, afganos, iraquíes, kurdos. Todos ellos conviven en el mismo espacio, pero fronteras imaginarias los separan. Cada una de las diferentes nacionalidades tiene sus propios portavoces, que en caso de malentendidos son el enlace con los voluntarios.
Por la mañana los niños tienen cole. Bajo unas haimas que huelen de escuela, pro nativos se esfuerzan en hacer entender que, a pesar de la lejanía de su casa, es necesario que aprendan números y de letra, como dirían nuestros abuelos. Pero, como ya hemos dicho, los niños es canalla, gritan, ríen, se distraen, y de vez en cuando alguna de las piedras de grava que los militares pusieron para evitar el barrizal en tardes lluviosas sale volando hacia una dirección indeterminada. Canalla !!
Son las 16 horas, hora griega, y el almacén comienza la actividad: madres con niños y bebés en brazos llaman y reclaman ropa, zapatos, útiles de limpieza ..., las necesidades básicas que cualquiera de nosotros, y de ellas en unos días lejanos, tenemos cubiertas sin ni pensarlo.

Aquí la vida no es fácil. Hay dramas personales a raudales; de hecho todo es un drama personal. Nos dicen, voluntarios de larga estancia, que la mayoría de las familias están desestructuradas por cualquiera de las guerras que los han hecho huir de su casa. Una chica joven, de poco más de 25 años, llora desconsolada a la entrada de su tienda. La escena, sin duda, te pasaría desapercibida si no te explicas que su pequeño de 2 años no ha hecho la peligrosa travesía marítima que a ella le ha llevado a Grecia y en él a quedarse en la más que peligrosa Siria . Aquí las cosas funcionan de manera diferente.

Los refugiados, como nosotros, entran y salen tranquilamente del campo. De momento la circulación es libre y pueden hacer su vida con una relativa libertad, relativa porque, al fin y al cabo, ¿dónde deben ir?
Como se dice aquí, en cualquiera de los idiomas de los voluntarios -catalán, español, francés, inglés ...-, "El pueblo salvará al pueblo".

Crónicas refugiadas #OPENTHEBORDERS: Día 1. En ruta

Traducido de esta página:
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Crónicas refugiadas #OPENTHEBORDERS: Día 1. En ruta

Isidre i Bernat Escorihuela


Nos vamos, finalmente nos vamos. Como en todo viaje, hemos necesitado un largo periodo para prepararlo y decidir finalmente a qué lugar íbamos de la hermosa y calurosa Grecia. Nuestro destino ha ido cambiando varias veces debido a la evolución de la situación de los refugiados en los diferentes campos, y esto nos ha generado cierto estrés y papeleo, mucho papeleo: ahora una solicitud, ahora un permiso, que si necesitas un certificado de ... En definitiva, muchísima burocracia.
Esperamos poder ir haciendo una pequeña crónica diaria de nuestra cooperación con los refugiados de las guerras de Oriente Medio. Un pequeño grano de arena dentro de esta monumental vergüenza.
En los campos de refugiados de Grecia las cosas cambian día a día, de tal manera que hace un mes había una serie de campos autogestionados (campos libres del norte) que funcionaban gracias a la solidaridad de los voluntarios y de algunas ONG creadas a raíz de esta crisis. Idomeneo, EKO Station,

BP Station, hotel Hara ... ya forman parte de la memoria colectiva y de la vergüenza de la clase política de la UE y satélites.
Durante el último mes la policía y el ejército griego han desmontado y reubicado los refugiados en nuevos campos gestionados por los militares y donde entró como cooperante depende de la buena voluntad del comandante del campo, limitando y controlando los movimientos. Los campos desmantelados, todos cercanos a la frontera (cerrada) con Macedonia, funcionaban por autogestión: escuelas, ludotecas, espacios culturales, hospitales de campaña, cines y Baby Hammams (espacio creado para bañar a los bebés y niños) se autogestionan gracias a los voluntarios y los residentes del campo.

Así pues, las cosas han cambiado. Debido a las dificultades que ponen los militares a los voluntarios independientes para entrar y poner en marcha nuevos proyectos en los campos militarizados, durante estos próximos diez días a trabajar con la ONG española olvidados, colaboración que nos permitirá movernos y trabajar con más facilidad. Encontrar la gente de Olvidados ha sido encontrar la clave de entrada al campo de Filippiadas, reacio a la apertura exterior. Olvidados tiene una infraestructura montada en el campo de Katsikas y quiere ampliar la cooperación con el campo de Filippiadas.

Nos dirigimos al noroeste de Grecia, relativamente cerca de la frontera con Albania. Katsikas, inaugurado el 20 de marzo de este año, está situado en un antiguo aeropuerto militar de la Primera Guerra Mundial. En su día el peor campo de Grecia. Actualmente, por desgracia de otros refugiados, han perdido posiciones dentro del triste ranking de la indecencia gracias al trabajo de tres ONG, entre ellas olvidados. En el campo malviven 1.200 personas (500 de ellas niños). Los 35 lavabos y las 22 duchas demuestran el gran nivel de humanidad de los gestores (militares) del campo. A Katsikas estaremos de paso, un par de días, para ver el funcionamiento, principalmente, del Baby Hammam y tomar conciencia de la realidad que nos espera en Filippiadas, que es nuestro destino definitivo.

En el campo de Filippiadas malviven unos 550 refugiados, en su mayoría sirios, kurdos y afganos, junto con cuatro voluntarias totalmente desbordadas de trabajo. Inaugurado hace un par de meses y controlado férreamente por los militares, este campo tiene las necesidades básicas "cubiertas": duchas, aseos, un minicentro de salud gestionado por militares, comida de catering del ejército (frío) que los mismos refugiados se calientan con improvisados ​​fuegos en el suelo y toda la serie de "comodidades" de un campo militarizado pensado para los refugiados. Aquí no hay ni cocinas, ni escuelas, ni ludotecas, ni espacios de recreo para los niños y adultos ni un largo etcétera lleno de humanismo.

A Filippiadas, con los voluntarios de olvidados, empezaremos a organizar actividades específicas para los niños (escuela, ludoteca, Baby vapor), siempre que el comandante del campo esté receptivo.
Ha pasado más de un mes desde el momento de decidir hacernos cooperantes. Todo ha cambiado menos la vida de los refugiados, que sigue parada en Grecia, cuna de la democracia, esperando que la vieja Europa se decida a abrirles las fronteras.

Nosotros, sin embargo, ya estamos en ruta y esperamos poder contar en primera persona y con rigor e imparcialidad el día a día de la vida en el campo de refugiados de Filippiadas. Tenemos por delante diez días para hacerle llegar una de las mayores vergüenzas de nuestra querida y apreciada Europa.